Falsa felicidad
Cuando
existe abundancia, o autosuficiencia en bienes y dinero, en algunos
matrimonios, puede en determinado momento perjudicar, provocar o ser motivo de
distanciamientos en la pareja; ya que por lo regular, cada quien trata de
manejar sus “espacios” en forma separada, sin ningún temor y alejados totalmente
de Dios por no ser su prioridad, ni su necesidad; de acuerdo a su conveniencia.
Los
sistemas financieros dejan de existir o de funcionar y cada quien toma
decisiones en forma individual; lo cual, de alguna manera, puede producir divisionismos, enfriamientos en el amor, el calor de hogar
puede también desaparecer paulatinamente y puede además, provocar rompimiento
en la unidad y en las buenas relaciones que deben prevalecer en todo
matrimonio. El amor se convierte en una relación fugaz, en un producto de
consumo o en un producto líquido que se va diluyendo gradualmente, en la medida
en que se va sustituyendo por el amor al dinero, a los bienes, a la comodidad,
a la riqueza en general, lo cual, talvez sin darse cuenta, llega a convertirse
en idolatría.
No permitas
que el amor al dinero y a la comodidad termine con el amor y la felicidad en el
hogar. La situación se complica o puede empeorar, si ese dinero, por cualquier razón, llega a terminarse. Existen varios casos en
que esto ha ocurrido y nos deben servir de ejemplo y testimonio.
El amor y
la fe cristiana tienen a Dios como su principal objetivo, y se expresa ante
todo en una implícita obediencia y fidelidad a sus mandamientos.
La propia
voluntad, esto es, complacer o satisfacer los propios deseos, es la negación
del amor debido a Dios.
“El
que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no
sacará fruto. También esto es vanidad.” (Eclesiastés
5:10)
“Guíame por la senda de tus
mandamientos, Porque en ella tengo mi voluntad. 36Inclina mi corazón
a tus testimonios, Y no a la avaricia. 37 Aparta mis ojos, que
no vean la vanidad; Avívame en tu camino”. (Salmos 119:35-37)