domingo, 8 de abril de 2012

VOLUNTAD DE DIOS

Atributo en virtud del cual Dios se auto determina y se ama a sí mismo y a todas sus criaturas libremente. La voluntad de Dios se identifica con su ser, dada la simplicidad divina.

En la Biblia, en el Antiguo Testamento, la voluntad de Dios se manifiesta desde el principio en la obra de la creación. Respecto al hombre, se revela como bendición, pero también como límite: «No comerás...» (Génesis 2,17).

Después del pecado original se convierte en castigo y en anuncio de salvación (Génesis 3,15-19).

Adán y Eva tuvieron la facultad de elegir entre la dependencia de Dios o actuar siguiendo una voluntad independiente y opuesta a la de Dios (Gen 3

Hay así una esfera en la que predomina la voluntad de Dios, y una en la que el hombre tiene libertad para actuar.

La Biblia nos muestra ambas en acción.

Toda la historia de Israel es teatro de la voluntad de Dios que quiere guiar a su pueblo a la santidad y a la felicidad (Dt 4,30-40).

La voluntad de Dios es soberana (Job 23,13), omnipotente (Gn 17 1), sabia e inescrutable , benévola (Jr 9,23).

En el Nuevo Testamento el Hijo revela la voluntad de Dios.

Él vino a hacer su voluntad (Heb 10,7); la voluntad del Padre es su alimento (Jn 4,34; 8,29).

La voluntad de Dios es «que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» ( 1 Tim 2,4).

El plan de salvación pasa a través de la cruz; por eso Jesús ruega: “No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc J 22,42).

La obediencia a la voluntad de Dios hace de Cristo la expresión perfecta del amor del Padre (1 Jn 4,9-10).

La voluntad de Dios es la ley del cristiano y el contenido de su oración (Mt 6,10).

La voluntad del hombre enfrentada a la de Dios es la esencia del pecado y la base de la caída de Adán.

El Segundo Adán, el Señor Jesucristo, dijo de Sí mismo: «no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre» (Juan_5:30; Heb_10:7, 9).

Asimismo, el cristiano es llamado a hacer, no la voluntad de su carne y de los pensamientos (Eph_2:3), sino a hacer de corazón la de Dios (Eph_6:6), buscando diligentemente conocerla (Eph_5:17), comprobando Su voluntad, agradable y perfecta (Rom_12:2).

Frente a la caída por el ejercicio de la voluntad autónoma del hombre, Dios ejerce Su acción redentora conforme al misterio de Su voluntad (Eph_1:9), que se manifiesta en Su elección de Sus santos (Efesios_1:11)

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